miércoles, 13 de agosto de 2008

“Hijo, te pido perdón si alguna vez me olvidé decirte cuanto te quiero”


Tengo recuerdos muy lindos e inolvidables de mi viejo; pero debo hacer una separación obligada entre el artista; su vida pública, y el hombre. Esas dos facetas las tengo muy marcadas en mis recuerdos.

Como artista, me fascinaba mirar al público detrás del telón cuando me invitaba un fin de semana a salir con él de gira. La gente reía, hacia gestos, lloraba. Ver como el público, humilde y popular disfrutaba de su arte, me producía una profunda admiración hacia él. Era increíble ver como un arte simple como el que hacía papá, producía en la gente tantas sensaciones hermosas. El llevaba su “compañía” a los lugares mas recónditos de la provincia, lugares donde económicamente ningún empresario teatral pondría en escena una obra de teatro; pero mi viejo lo hacía, porque amaba a la gente, le gustaba mezclarse entre ellos, lo palmeaban, lo besaban. Verlo tan popular y querido me llenaba de orgullo.

Su nombre trascendió varias generaciones a lo largo y ancho de Neuquén. Me ha pasado muchísimas veces (hasta hoy me ocurre), cuando por algún motivo tengo que dar mi nombre y apellido; me han preguntado, ¿usted es algo de Jorge Edelman?; el que hacía las novelas? Y yo siempre digo con orgullo ¡Soy el Hijo Mayor! En ese momento puedo ver en la gente, como aparecen como de la nada, tantos recuerdos de sus vidas teniéndolo como protagonista a papá. Un compañero de trabajo me dijo una vez: “uno de los recuerdos mas lindos que tengo de mi infancia, es cuando después de almorzar, levantábamos rápido la mesa para escuchar la novela en el patio de mi casa, debajo de un árbol muy grande que teníamos; eran momentos de estar juntos en familia, muy lindos, que hoy no se ven.

Yo estoy contando solo una partecita de la vida artística de papá, pero hay una riqueza enorme y extraordinaria de anécdotas, vivencias y momentos; en poder de sus amigos, colegas de la radio y compañeros de elenco y tanta gente que lo conoció al viejo.

Pero hay otra faceta; como les decía al principio, que me impactó de él, y es aquella que me acompaña diariamente, como un espejo donde mirarme, para ser mejor persona cada día: La Humana. Si tengo que definir a papá en pocas palabras, diría: fue un tipo bueno, humilde, con buenos valores, excelente amigo y mejor padre. Cuando me decía “hijo”, me lo decía con amor. Nunca me voy a olvidar cuando una vez me dijo “hijo, te pido perdón si alguna vez me olvidé decirte cuanto te quiero”; esas palabras me van a acompañar el resto de mi vida.

No tengo recuerdos de haber tenido alguna diferencia con mi viejo; solamente que él era fanático de Boca y yo de River. ¡Este me salió fallado, pero igual lo quiero! decía, con ese humor tan característico de él.

Se me va a ser difícil no verlo más, pero me reconforta saber donde está ahora: disfrutando del lugar donde van aquellos que aman a Dios, y él amaba a Dios con convicción. De todos los valores que dejó a sus hijos, creo que este es el más importante.

Hasta siempre “amigo”

Rubén Darío Edelman

No hay comentarios: